La bióloga que puso patas arriba la teoría de la Evolución, la madre de Gaia, la dueña de una de las mentes científicas más brillantes del último siglo, conocida especialmente por sus estudios sobre el origen de la vida y la evolución de las células y las bacterias, murió ayer martes 22 de noviembre, a la edad de 73 años, como consecuencia de un derrame cerebral sufrido mientras trabajaba con uno de sus estudiantes.Su principal legado es la teoría que explica cómo se ha producido la evolución, la simbiogénesis: en su modelo, las células eucariotas, las que disponen de un núcleo bien definido y de las que están formados todos los animales y todas las plantas, surgieron gracias a la unión simbiótica y gradual de varias clases de bacterias (organismos mucho más primitivos y no eucarióticos). En sus propias palabras, «Hay bacterias que son capaces de moverse, otras saben hacer fotosíntesis, otras almacenan oxígeno... Cuando se unen, nace un organismo nuevo y que incorpora todas estas capacidades. El proceso se llama simbiogénesis y está en el origen de la mayoría de formas de vida actuales»
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